The lover: la posibilidad de ser amante
Abrahan Rivera
14 de enero de 2024
Actualmente, el amor es un tema que todos discuten o mínimamente hablan, pero en The lover, se expresa.
Una adolescente proveniente de Francia —cabe llamarla la chica joven porque nunca se conoce su nombre en la película— espera en un puerto de Vietnam al ferri para llegar a Saigón: su destino donde se encuentra el internado al cual asiste para estudiar. En esa espera, un auto lujoso aparece en escena y sale el hombre chino —apelativo que se le da a este sujeto en el largometraje—, quien se le acerca e intenta cortejarla. Es así que llegan a entablar una conversación, fría y distante por parte de la chica, y por insistencia del sujeto, ella accede a que él la lleve en su limusina.
Ya dentro de su carro —ambos en los asientos detrás de su chofer personal—, el hombre chino comienza a lanzar preguntas para conocerla. Aquí ella le comenta que tiene 17 años y él que cuenta con 32 y que su familia proviene de China, que goza de una gran fortuna. Luego de su breve conversación, el silencio invade el ambiente y a él se le ocurre establecer contacto físico con ella. Para el espectador, se evidencia una gran tensión que llega a su fin cuando las manos de ambos se frotan entre sí una y otra vez.
Al día siguiente, ella observa que afuera del internado está la limusina del hombre chino. Así pues, la chica joven se dirige hacia el carro, se detiene un instante a ver si es él y al comprobarlo se acerca hasta su ventana y le manda un “beso volado”, que causa conmoción en él.
Un jueves feriado, el automóvil nuevamente se estaciona en el mismo lugar y ella ya sabe automáticamente quién está en el carro. De este modo, sin duda al caminar y en el pensamiento, ingresa al vehículo. El hombre chino la lleva al lugar donde se está hospedando y en ese momento ambos sugieren tener intimidad. Por unos momentos él duda, ya que ella es demasiado joven, además de que había recalcado: “Preferiría que no me amaras. Quiero que seas como con otras mujeres”. Sin embargo, al final ambos consuman el acto.
A partir de este acontecimiento, se ven constantemente para el coito y el sujeto la invita a salir a comer cada que se reúnen. Será en una de estas salidas que le comenta que debe casarse en matrimonio arreglado, pues es una tradición que se respeta en su nación. Además, acuerdan que él conozca a la familia de ella porque su mamá y dos hermanos empiezan a sospechar de la relación de los dos.
Ya en la reunión, que es una cena, la madre y los hermanos muestran indiferencia por él, a pesar que el hombre chino, en varios intentos, les cuenta sobre la riqueza de su familia o qué hacía en Vietnam. Todos se mostraron desinteresados, incluida la chica, y solo miraron su rostro cuando llegó la cuenta de la comida.
En toda la relación, el hombre chino solía pronunciar abiertamente que amaba a la chica joven, solo que ella mostraba —o más bien quería creer— que no lo quería y solo le interesaba su dinero.
En una ocasión, el sujeto va con su padre para comentarle que está enamorado de una chica francesa y si es posible cancelar el matrimonio planeado. Su padre se niega rotundamente a aceptar ello, ya que existe un compromiso con la familia de su prometida. La chica joven y el hombre chino conversan sobre la situación, pero ella vuelve a recalcar que no lo ama y que no habría problema si él se casa. Llegan a concurrir unos momentos más hasta que él decide ponerle fin a la relación, declarando: “Mi cuerpo no desea a aquella que no me ama”.
El día de la boda no se evidencia ningún diálogo, solo se puede ver cómo se realiza el casamiento entre el sujeto y su prometida. En un breve instante, él y la chica joven cruzan miradas, esto nos comunica como espectador que su aventura llegó a su fin y que ambos son conscientes que no volverán a estar juntos.
La mamá de la joven decide dejar Vietnam por diversos problemas y regresar en barco a Francia con sus hijos. Mientras el navío se va alejando del puerto, la chica joven observa una limusina estacionada y se percata que él está ahí y piensa en todo lo que vivió con él. Poco a poco se va alejando y pierde de vista al hombre, al carro, a la costa, a todo, solo queda el mar.
Ya de noche en medio del océano, la chica escucha que resuena un vals de Chopin, se acerca donde proviene el sonido y observa a un joven tocar el piano. Reposa su espalda en una pared, se sienta y comienza a llorar, comprendiendo que en verdad amó al hombre chino y era mentira que nunca lo quiso.