“Yo no juego con Zambos”. El racismo en el cuento “Alienación” de Julio Ramón Ribeyro.
Evelyn Cullcush
15 de abril de 2024
El cuento “alienación” del escritor peruano Julio Ramón Ribeyro, publicada en el año 1977 es una obra original, la cual sin duda forma parte de los clásicos de la literatura peruana. Inspirada en los problemas sociales de la época, denota un estilo literario crítico, que ahonda en las problemáticas sociales como el racismo, la discriminación y la “alienación”. En el Perú, el racismo más que destacar la supremacía de una supuesta “raza”, parece un germen cultural que se ha posicionado en la sociedad y evolucionado desde tiempos inmemorables hasta la actualidad.
La trama del cuento hace énfasis en la historia de Roberto, un joven mulato residente en un barrio del centro Lima, de origen muy humilde e hijo de una lavandera. En sus vacaciones de verano solía asistir a la Plaza Bolognesi, donde todos los muchachos formaban pandillas y jugaban fútbol, pero su principal motivación, así como el de todos los jóvenes, era ver a Queca. Todos estaban enamorados de Queca, que a pesar de no estudiar en un colegio exclusivo y siendo su padre un pobre cobrador de combi, era admirada por todos los hombres de su generación, que deseosos esperaban entablar conversación con ella, pero Queca no le hacía caso a nadie. Lo que importaba era su belleza, sus ojos verdes y sus piernas doradas y siempre descubiertas. Roberto iba a verla jugar todas las tardes. Cierto día, por un descuido de Queca, la pelota rodó hasta donde estaba él, entonces aprovechó la oportunidad y atrapó la pelota, pero cuando estaba a punto de entregársela, ella se le quedó mirando con desprecio y le dijo: ¡Yo no juego con zambos! Esas palabras marcaron la vida de Roberto. Poco después se dio cuenta de que Queca solo se juntaba con los más blancos. Ello lo dirige a encapricharse con su aspecto físico, por lo que empieza a matar el peruano que llevaba adentro. Desesperado por ser un blanco más, intenta mimetizarse con la cultura americana, para ello, empieza a juntarse con los gringos, se viste de seda y fuma cigarrillos americanos. Después aprende inglés, se talquea la cara con almidón y polvo de arroz y se aleja de los suyos para mudarse a un barrio “pituco”. Mientras que Queca se enamora de Chalo Sander, un “blanquito” más de la cuadra. Sin embargo, sus aspiraciones van más allá y termina casándose con el pelirrojo Billy Mulligan. Su deseo de blanquearse lo lleva a cambiarse de nombre a Bobby e inmigrar como turista a los EE. UU. Finalmente, Bobby muere en una emboscada en Corea, en el que se había inscrito a cambio de nacionalidad americana (Ribeyro, 1977).
Definitivamente su vida era tan miserable, por lo que sacrificar su identidad para encajar en un mundo irracional, parecía lo más razonable. ¿No hay otra opción, te quedas con los tuyos y vives despreciado y marginado por seres que se creen “superiores”? o prefieres emigrar y vivir con gente desconocida que te ve como un ser exótico. Aquí pongo en debate un famoso fragmento de tik tok: ¿pobre y llorando en un país del tercer mundo? ¿O llorando, pero en USA? Cuestionándome llego a la conclusión de que la presión social tiene mucha influencia en la identidad y en la toma de decisiones del individuo.
Según el Centro de estudios de Investigación de la Universidad del Pacífico, citado por el diario el correo (2018), el Perú presenta el índice más alto de discriminación en Latinoamérica, con una evidencia del 39% de peruanos discriminados por su condición étnico-racial. Y es que la discriminación no es un tema nuevo en la historia del Perú ni del mundo. La historia universal confirma que, se han generado rivalidades y disturbios sociales a causa de pequeñas diferentes que, en vez de separarnos, deberían unirnos en la diversidad. Por ello, hago mención la teoría del darwinismo social, el cual postula, que las relaciones económicas, políticas y sociales están sujetas por las reglas de la selección natural, aquello que garantiza la supervivencia del más fuerte. De este concepto racista, se valió Hitler para destacar la supremacía de la raza Aria, pensamiento que lo llevó a cometer aberrantes genocidios en contra de grupos políticos y religiones como la judía. ¿Pero por qué es importante recordar el pasado?
Las sociedades no son estáticas, se transforman. Si bien es cierto, nuestro país ha implementado leyes para proteger la integridad de todos los ciudadanos y a pesar de que la constitución política del Perú afirma que “nadie debe ser discriminado por motivo de raza, sexo, religión ni por cualquiera otra índole” los actos de racismo y discriminación aún persisten. En las redes sociales podemos apreciar ataques de odio hacia las personas de tez oscura. Comentarios como “color chaufa”, “color humilde”, “color cartón”, comentarios que están disfrazados de broma, pero que por dentro contienen una carga muy negativa de 80 mil volteos. Comparar distritos de Lima con el color de piel ya no es nada nuevo y aquí la métrica es: “barrio rico o barrio pobre”. Ello me sugiere cuestionarme: ¿Es posible que entre compatriotas nos tratemos de manera tan despectiva? ¿tenemos una dosis de racismo en la sangre? Finalmente, A Roberto, alienarse le costó la vida, morir tratando de ser un gringo más, pero recordemos que todo ello tuvo un comienzo. Gracias Ribeyro.