Carta al padre: Explicación del temor
Aixa Nahir Chiappe
15 de abril de 2024
Franz Kafka. Fuente: Wikipedia.
Los opuestos no se atraen
Kafkiano (adj.): que es llamativo por su extrañeza o su absurdidad. Esta es la palabra que se ha creado a partir de la obra del escritor Franz Kafka para definir aquello a su semejanza. Y es que la mayoría de los textos del autor tiene un regusto a no entendimiento, algo no tangible que mientras más buscás entender más se escapa de tus manos.
Sin embargo, este no es el caso de su Carta al padre, que aparece publicada junto a Meditaciones (1913) en su primer libro. Como lo indica su nombre, esta es una larga misiva dedicada a su progenitor, en ella explica cómo vivió él el lastimado vínculo y cómo éste afectó sus vivencias personales. No hay, en este texto, nada que no quede claro y que no se perciba a flor de piel.
El primogénito comienza la carta como respuesta a una pregunta que su padre le había hecho, por qué le teme —miedo complejiza la explicación—. Según el padre, se ha encargado de que Kafka no tenga que preocuparse en la vida y con él, que no tiene la culpa de la distancia, ha sido desagradecido. Y, si bien el escritor concuerda, cree que tampoco la tiene él mismo.
Con su sensibilidad y visión artística, se siente más identificado con el carácter de la familia materna mientras el padre es un verdadero Kafka. La oposición entre sutileza y voluminosidad de temperamentos, sobre la que el escritor comenta: “éramos tan diferentes y tan peligrosos el uno para el otro en esa diferencia”. Esta se ve explicada a través de sucesos en común.
Mediante esta carta atisbamos formas tan poco kafkianas. Lo visualizamos en la tangibilidad del lugar de trabajo del padre, en el posicionamiento frente a Ottla, la hermana problemática, la sumisa madre que es contraria al marido en su suavidad, pero dentro de los parámetros de este. Conocemos el temor, la familia y la culpa, tan humanos y sensoriales, sin que nada se nos escape.