El autor romántico, asesino de la literatura como trabajo
Aixa Nahir Chiappe
15 de abril de 2024
Retrato de Emily Dickinson. Fuente: Museo Emily Dickinson.
La escritura creativa es un trabajo
Parece ser que, mientras la teoría literaria avanza, la literatura se queda atrás en la época romántica con su acepción del autor-genio. Tal vez, esto sea porque quienes se dedican a este campo de forma profesional lo estudian, pero aquellos que consumen arte por placer no. Así, el análisis de este queda limitado a solo unos contados lectores y esta idea sigue generando daños a nuestro ámbito.
Retrato de Joanne Baillie. Fuente: Britannica.
Es dañino, en cuanto está esta idea de que el verdadero autor tiene un don, casi como si una deidad le hubiese elegido para darle el discurso exacto. Tan solo tiene que sentarse frente a la hoja en blanco para que ese mensaje divino le llegue y se escriba la gran próxima obra, el derecho divino de los reyes de la literatura. Esto distorsiona la percepción del escritor, esta pierde peso y empieza a levitar en un mundo de pesada maquinaria industrial.
La literatura no se ve como un trabajo digno y productivo dentro del sistema capitalista, porque no lleva esfuerzo, bajo esta idea. Ya no importa trabajar la mente crítica para el estudio de la escritura (¿para qué delimitar los parámetros de algo dado?) o pensar en el hábito y el análisis de esta. La gente se olvida de que Borges no se hizo en un solo día por mero azar, sino por el cuidado con el que listaba adjetivos para cada oración, por ejemplo.
Retrato de Elizabeth Barrett Browning. Fuente: Poetry Foundation.
Hoy en día se sigue viendo al escritor como alguien con una vocación innata, si no se tiene quedará un escritor frustrado y, sino, se logra un gran autor como el modernista Rubén Darío. Así, la literatura no es tomada en serio como un trabajo perfeccionado a través del hábito en el tiempo. Todo esto gracias al consumo por placer (y, vale agregar, sin mirada crítica) contra el cual debe luchar el campo literario.