La Pluma como Arma: De los Gulags Soviéticos a los Andes Peruanos
Lucia Sanchez
9 de setiembre de 2024
Destaca la fuerza de la literatura como herramienta de protesta, tanto en contextos globales como en Perú.
Literatura y política (Foto: Pinterest)
A lo largo de la historia, la literatura ha sido mucho más que una herramienta de entretenimiento o exploración estética de mundos fantásticos, ha sido también un vehículo para la protesta, una forma de resistencia y, en algunos casos, el único espacio donde se ha permitido a las voces reprimidas expresar su disidencia. En este sentido, la relación entre literatura y política ha sido intensa, fértil y profundamente relevante a nivel mundial.
Uno de los ejemplos más notables de esta relación es la literatura rusa, especialmente durante el periodo de la Unión Soviética. En este contexto, la palabra escrita tenía un doble filo: servía tanto como herramienta de propaganda oficial como de disidencia política. Autores como Aleksandr Solzhenitsyn, con su obra Archipiélago Gulag, donde denuncia los horrores del sistema de campos de concentración soviético y deja al descubierto una realidad que el régimen deseaba ocultar. Aunque Solzhenitsyn fue exiliado, su obra trascendió las fronteras del país, convirtiéndose en una voz para los silenciados. Otros, como Mijaíl Bulgákov, en su novela El maestro y Margarita, usaron el realismo mágico para criticar de forma velada la censura y la opresión. La literatura no era solo entretenimiento, sino una trinchera de lucha política.
En América Latina, la literatura también ha sido un espacio de resistencia. El contexto peruano ofrece ejemplos emblemáticos. César Vallejo, con su poesía cargada de dolor existencial y social, no solo retrató la miseria humana, sino que también criticó los sistemas de poder que perpetuaban esa miseria. Vallejo, que experimentó de cerca la pobreza y el sufrimiento, desarrolló una sensibilidad política que se manifestó en su obra más comprometida: Poemas humanos, donde el poeta se convierte en una suerte de testigo y portavoz del sufrimiento colectivo. Del mismo modo, José María Arguedas, en su novela Los ríos profundos, articula la tensión entre dos mundos en conflicto: los indígenas andinos y el de la élite criolla que los explotaba y marginalizaba. A través de sus personajes, Arguedas denuncia el racismo estructural y las injusticias políticas que el Perú vivía durante el siglo XX. La visión política de Arguedas, profundamente influenciada por su inmersión en la cultura quechua, ofreció una crítica radical al estado colonial interno que perpetuaba las desigualdades sociales y raciales.
Ambos autores peruanos, al igual que sus contrapartes internacionales, utilizaron la literatura para reflejar las luchas políticas y sociales de sus tiempos. No obstante, lo que distingue a los escritores peruanos es su enfoque en la identidad nacional y en la realidad de las comunidades indígenas, temas que hasta el día de hoy son una parte crucial del tejido político y social del país, siendo reflejados cada vez que hay elecciones políticas. Actualmente, el Perú sigue enfrentando problemas similares de exclusión, desigualdad y violencia política, y la literatura ha sido tomada por escritores que plasman sus ideas, opiniones o investigaciones utilizando una figura política para influir en el votante electoral al momento de elegir a quien le dará la confianza para gobernar su país.