Las mujeres y la escritura como liberación y lucha
Rose Guerrero Roca
6 de setiembre de 2024
Pintura “Mujer leyendo por una ventana” de Julius Garibaldi (Fuente: https://es.artsdot.com/@@/8YE9ZY-Julius-Garibaldi-Melchers-Mujer-leyendo-por-una-ventana)
Las mujeres, al escribir, pueden trasladar lo íntimo, sus pensamientos, sentimientos y experiencias, a un ámbito público, compartido. Sus obras son un espacio en el cual otras mujeres pueden sentirse reflejadas al haber pasado por experiencias similares y/o al ver a estas autoras como referentes o fuentes de inspiración para realizar sus propios escritos, algo que en estos tiempos resulta, de cierta manera, menos complicado que antes. Sin embargo, eso no quiere decir que la dificultad ya no exista por completo. Lo mejor es que ahora podemos encontrar diversos talleres, cursos, seminarios y convocatorias en las que podemos explorar, profundizar y compartir nuestros escritos, así como aprender de muchas escritoras con obras valiosas que no solían ser estudiadas, pero que ahora están tomando mayor importancia.
Si deseamos aprender un poco más sobre la situación de las mujeres escritoras, Virginia Woolf es una de las autoras más indicadas, y sus obras constituyen un buen ejemplo. Su ensayo “Una habitación propia” es una de sus obras más reconocidas. Ahí, ella explica la importancia de que las mujeres, para poder dedicarse al rubro de la escritura, cuenten con la independencia financiera e intelectual para desarrollar su creatividad sin tantos impedimentos, así como una habitación propia, un espacio en el que puedan inspirarse y escribir sobre cualquier tema que les plazca. Pese a que en su contexto el papel era más accesible, también había problemas cuando las mujeres querían publicar sus obras, puesto que no se les pagaba adecuadamente. Por otro lado, no tenían tantas desventajas al publicar con un nombre distinto al suyo, en estos casos, un nombre de varón.
Portada del libro Una habitación propia de Virginia Woolf (Fuente: https://www.penguinlibros.com/pe/tematicas/315726-ebook-una-habitacion-propia-edicion-integra-e-ilustrada-coleccion-alfaguara-clasicos-9788419507549)
En esa línea, en la segunda parte del libro “Las mujeres y la literatura”, Woolf habla sobre diversas escritoras anteriores o contemporáneas a las que considera importantes, así como del contexto en el que vivía cada una de ellas y las ideas (el pensamiento crítico de cada una) que serían plasmadas en sus respectivas obras. Y como podemos apreciar, los temas comunes en la mayoría de los casos eran la problemática de la educación superior para las mujeres, cómo varias eligieron permanecer en el anonimato —como Jane Austen, quien usó como firma “by a lady”, que significa (escrito) por una mujer— o usar un nombre masculino como seudónimo para sus obras que luego serían publicadas. De esta forma, la consideración de sus textos no estaría ligada a los prejuicios que se tenían hacia las obras escritas por mujeres, y recibirían una valoración más apropiada por el público general.
Sin embargo, eso no solucionaba el problema de raíz. ¿Cuántas de ustedes, mujeres que inician o continúan en este rubro, han sentido satisfacción al terminar de escribir sus obras? ¿Cuántas se han sentido identificadas o se han podido relacionar con la historia o los personajes de alguna autora? ¿Cuántas han luchado con el tan conocido “bloqueo creativo”? ¿Y cuántas se han sentido realizadas al ver sus ideas y sentimientos plasmados en sus escritos? El hecho de ver nuestro trabajo terminado es motivo de orgullo. Sin embargo, en ese contexto, luego de todo el proceso, el hecho de ser mujeres se consideraba un impedimento válido para dificultar la publicación de sus obras. Sus nombres quedaban a la sombra de lo que era la mejor opción para las mujeres en ese tiempo: seudónimo, anonimato o nombre de varón.
Entre publicar bajo esas tres opciones y no publicar nada, varias mujeres preferirían lo primero. Pero se trata de sus obras, sus creaciones literarias. Por ello, lo más importante en la actualidad es escribir: escribir sobre todo, sobre muy poco, escribir, sentir y seguir escribiendo. Eso involucra empoderar a las autoras para que usen su nombre y que no tengan que optar por las opciones antes mencionadas para que sus obras sean publicadas.
Como ya había planteado previamente, las obras escritas por mujeres permiten entablar un diálogo con otras mujeres a través de la similitud de adversidades y experiencias que las autoras plasman en su literatura. Las mujeres entienden esas obras como un entorno común de sentimientos e ideas que las inspiran, que resuenan en ellas. En conjunto, fomentan la idea de que ellas también pueden escribir sobre lo que sienten, lo que piensan, lo que callan, o sobre lo que deseen en general.
Portada del libro Las mujeres y la literatura de Virginia Woolf (Fuente: https://ace-traductores.org/marta-gamez-marquez-y-violeta-sanchez-esteban-las-mujeres-y-la-literatura-de-virginia-woolf/)
Otras obras literarias escritas por mujeres abarcan temas como la violencia, los feminicidios, las desigualdades, etc. Podemos ver esos temas plasmados de forma más cruda, más “real”, en la literatura latinoamericana de mujeres, ya que muchas veces hacen referencia a contextos o situaciones que conocemos o que vemos a diario a través de noticias y que no están alejadas de nuestra realidad. Tomaré como ejemplos de los temas mencionados anteriormente las siguientes dos obras, que formaron parte de la bibliografía recomendada para una clase en mi universidad hace unos años.
En el cuento Las cosas que perdimos en el fuego, de Mariana Enríquez, suceden casos de violencia contra la mujer y feminicidios en Argentina, pero los casos en que dos mujeres famosas fueron quemadas por sus parejas con alcohol inspiraron a los hombres para replicarlo con sus propias parejas. Bajo la perspectiva de Silvina, personaje principal, vemos que las mujeres empiezan a quemarse por su cuenta a través de la organización de hogueras como reacción a esta violencia. Ellas lo hacían para protegerse a sí mismas: al presentar quemaduras y deformidades por las hogueras, ya no serían víctimas de trata de personas ni los hombres se interesarían en su “apariencia monstruosa”.
Este cuento fue uno de los que más me sorprendió al leer, ya que es la clase de terror que se funda en nuestra realidad. No trata de situaciones improbables, sino que se relaciona con casos que podemos ver en las noticias o escuchar en la radio. Y en el cuento se refleja también la reacción de la gente ante la violencia contra la mujer, una sorpresa que luego se vuelve indiferencia. Por otra parte, también vemos cómo las hogueras alarman e incomodan a la gente, y cómo las mujeres que se queman son consideradas locas y “monstruas”. Hay muchos aspectos que podemos rescatar de este cuento, pero lo principal es que la autora nos presenta la violencia contra la mujer, los feminicidios y la respuesta de las mujeres, que usan la quema de sus propios cuerpos como forma de lucha ante la falta de justicia.
A través de este cuento, Mariana Enríquez detalla las consecuencias de la violencia en las victimas, las dificultades que afrontaran, la discriminación y la indiferencia que reciben, así como el asco o la pena de las personas hacia ellas en distintos casos, además de la injusticia. En este cuento se expresa el enojo, la vulnerabilidad, el miedo de las mujeres a ser parte del gran número de víctimas, y cómo muchas deciden quemarse por su cuenta para ser libres de esa violencia. Podemos empatizar con las víctimas o sorprendernos de su elección por las hogueras, y pensar precisamente sobre qué se está haciendo para ayudar y prevenir la violencia. La resistencia y lucha de cada mujer en la historia puede compararse con nuestra realidad, así como la violencia misma, la indiferencia y la manifestación de la injusticia, aspectos que la autora supo plasmar en el cuento.
Portada del libro Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enríquez (Fuente: https://www.anagrama-ed.es/libro/narrativas-hispanicas/las-cosas-que-perdimos-en-el-fuego/9788433998064/NH_559)
Por otra parte, en la novela “Ella”, de Jennifer Thorndike, se nos presenta a una hija que por fin parece sentirse libre cuando su madre fallece a los 94 años. A través de recuerdos, se nos muestra que la hija había tenido una vida limitada, controlada por su madre, sin que pudiera relacionarse con otras personas en cada etapa de su vida. Un ejemplo de esto es cuando la hija y su hermano mellizo dejaron de asistir a la escuela porque su madre quería retenerlos en casa, pensando que tanto estudiantes como profesores no eran buenos para sus hijos. La protagonista fue privada de muchas experiencias y ahora, a los 60 años, cree que no tiene futuro y que ha fracasado. Por lo mismo, vemos a una hija que ha lidiado con los maltratos psicológicos, la manipulación, la obsesión y las mentiras de su madre, así como el daño emocional que esta última le ha causado.
Esta obra me pareció una de las más resaltantes, ya que, de cierta forma, pude identificarme un poco con la situación de la hija. Y quizá más personas que decidan leer esta novela también puedan identificarse si es que, por ejemplo, no tuvieron o no tienen una buena relación con su madre, si es que su madre se asemeja al personaje de la novela (una mujer mentirosa, obsesiva, manipuladora, agresiva, etc.), o si es que tuvieron que aguantar maltratos de su parte, etc. En esta novela hay efímeros momentos en que la hija siente algo de paz y tranquilidad, lo cual nos hace sentir compasión y esperanza por ella, hasta que esos momentos se nublan por el daño que la madre ha causado en ella. Ese vínculo tóxico causa que la hija se sienta encerrada, sin poder ser totalmente libre a pesar de que ella haya intentado entrar en un mundo del cual no sabía casi nada por las restricciones de su madre y el deseo de esta por mantener a sus hijos con ella.
En esta novela conocemos a una hija víctima del maltrato de su propia madre, lo cual podemos observar en las noticias e incluso preguntando a nuestras amistades. Y muchas personas escribimos o hablamos sobre ello para concientizar y dar a conocer nuestros casos si tenemos la oportunidad. Contrario a la obra anterior, la que genera violencia es la misma madre, cuyas actitudes y comportamiento podemos ver en nuestra realidad (así como yo lo veo de una forma más cercana y personal). Hay mujeres que maltratan a sus hijos, que llegan a mentir y engañar sobre sus casos de violencia, cuando en realidad ellas mismas son las agresoras. Este tipo de mujeres le quitan credibilidad al movimiento contra la violencia contra la mujer, y constituyen una falta de respeto hacia una lucha que vela para que se defiendan los derechos de las víctimas.
Portada de la novela Ella de Jennifer Thorndike (Fuente: https://www.penguinlibros.com/pe/literatura-contemporanea/305128-ebook-ella-9786124346163)
Ambas obras son un claro ejemplo de cómo la escritura femenina comunica la violencia, la lucha, la vulnerabilidad, el fracaso, etc. En el contexto de cada obra, estas situaciones se acercan a la realidad, a los casos que vemos en las noticias o en nuestro propio entorno. Y al leer este tipo de literatura empatizamos con algunos personajes, sentimos compasión, indignación, molestia, y nos percatamos de que no hay gran diferencia con lo que pasa a diario, ya que no son casos aislados o improbables. Para quienes pasamos por situaciones así y para quienes inician o se interesan por este tipo de escritura, podemos contar con un espacio donde compartir experiencias y sentimientos. Gracias a las autoras y sus obras, nos inspiramos y contamos con mayor apoyo para escribir y comunicar lo íntimo, lo personal, para sentirnos libres y luchar ante las injusticias que solíamos callar.