Roald Dahl: un visionario del metaverso
Angélica Guevara Alcalá
25 de enero de 2024
La literatura es el lugar de inspiración para los avances tecnológicos, incluidos el metaverso, a través de Charlie y la fábrica de chocolates de Roald Dahl.
La narrativa de las novelas para un público infantil o juvenil, nunca es inocente, el autor sin duda sabe a qué se refiere y lo que quiere transmitir, tal es el caso de Roald Dahl, escritor británico nacido en 1916, y fallecido en 1990. Con una obra variada, en la que resaltan títulos como: Las Brujas, Matilda, James y el melocotón gigante; y la obra que siempre regresa en nuevas versiones cinematográficas, Charlie y la fábrica de chocolates.
Aunque estamos habituados a leer estos títulos y de inmediato asociarlos con el rostro de un actriz o actor famoso hoy en día, cuántas veces hemos optado por dar un breve vistazo entre lo que leemos, para luego comparar lo que hemos percibido en una película… Roald Dahl es uno de estos autores que sin duda nos dieron chispazos de inteligencia y visión sobre algunos asuntos, como ocurre con Charlie y su recorrido por la famosísima (y ficticia) fábrica de chocolates.
Sin exagerar, podemos considerarla un clásico tanto para niños, jóvenes y adultos, donde la trama aparenta ser sencilla, no obstante, para un lector avezado hay unos cuantos elementos dignos de análisis, desde poemas con intenciones aleccionadoras, arquetipos reconocibles en todos sus personajes, y por supuesto, capítulos redondos muy bien narrados.
Donde no hace falta añadir “un algo más” a la historia, porque precisamente el lector es quien debe obtener sus reflexiones en ese diálogo con el libro, tal ha sido el caso de mi reciente lectura, sin temor al spoiler, aquellos que han visto la película recordarán un personaje particular, podría ser un niño de hoy en día, obsesionado por los aparatos electrónicos, que no teme ser objeto de experimentación.
Mike Tv, en clara alusión a la televisión, es uno de los niños que ha ganado el ticket dorado que le permitirá una oportunidad única, recorrer la fábrica de chocolates del Sr. Willy Wonka, lo que allí va a sucederle, no lo imagina, porque cada uno de los cinco niños afortunados salen de la fábrica transformados.
Casi, al finalizar el recorrido llegan a una sala curiosa: “El señor Wonka les entregó un par de gafas negras a cada uno y dijo: − ¡Poneos esto, de prisa! ¡Y no os lo quitéis aquí dentro!¡Esta luz podría cegaros! […] En cuanto Charlie se hubo puesto las gafas negras, pudo mirar cómodamente alrededor.”
Al principio de la descripción da la apariencia y se infiere que están en medio de un recorrido por un estudio de grabación, sin embargo, la fantástica creatividad de este capítulo nos lleva a mirar un poco más allá.
En primer lugar, no están transmitiendo como usualmente funcionaría un estudio de televisión, y además deben usar una protección, esto sin duda, posee cierta similitud con las gafas de realidad virtual, y lo que continúa describiendo Roald Dahl en la novela hace que la imaginación vuele, e incluso podamos vincularlo con el metaverso, acaso no es uno de los sueños de la tecnología, el poder disfrutar de cada uno de nuestros cinco sentidos, sin importar la distancia.
Así que Roald Dahl se nos muestra sugerente y un soñador, de esa realidad virtual que dejó traslucir al publicar su libro en 1964, porque hizo viajar una barra de chocolates de un medio a otro, a través de un aparato electrónico, aunque también nos muestra las advertencias que deberíamos tomar en cuenta ante este tipo de tecnología.
En segundo lugar, da un revés al capítulo, y nos muestra la otra perspectiva de la tecnología, no es solo el interés genuino por dar un vuelco a la tecnología sino, en cómo repercute en la publicidad, como comenté hace un momento, imagina que un barra de chocolate pueda viajar de un lugar a otro, a través de un canal electrónico, y que por añadidura esté al alcance de tu mano, como si en este preciso momento observes la portada del libro de Charlie y la fábrica de chocolates y sencillamente estires tu mano y tomes el libro… Pues, de alguna manera se ha vuelto real.
La literatura nos da una noción de lo que quisiéramos obtener, y el resultado nos muestra en esencia lo que tanto anhelamos, es decir, es posible tener un libro a la mano en unos cuantos clicks.
Nuevamente un autor nos enseña que se puede seguir creando a través de la imaginación.