¿Qué no podemos olvidar de nuestra historia?
Valeria Ocaña Vizcaíno
2 de setiembre de 2024
El Museo de la Memoria es un recordatorio que conmemora a las víctimas de vulneraciones a los derechos humanos en Ecuador.
El Museo de la Memoria explora la historia de los crímenes de lesa humanidad en el Ecuador. (Foto: Valeria Ocaña Vizcaíno).
Algunas experiencias nos conectan como pobladores de toda Latinoamérica. Históricamente hay ese enlace cuando hablamos de la colonialidad, el mestizaje, el sometimiento de nuestros pueblos originarios y, posteriormente, las celebraciones de luchas independentistas. Incluso, como mujeres, reconocemos que la región no es uno de los lugares más seguros, pues entendemos esos macabros casos de femi(ni)cidios que nos golpean. No es solamente cuestión de un país, todas peleamos por las mismas causas: el derecho a decidir y la igualdad de género. El desempleo y la falta de garantías básicas en salud, educación o alimentación son parte de noticias en común que seguramente hemos leído, visto o vivido.
Demos un ligero salto hacia atrás, hacia esas épocas en que desaparecían seres humanos, detenidos arbitrariamente por fuerzas públicas, y de quienes no se volvía a saber nada. Eran torturados y asesinados, acusados de ser delincuentes o algo “muchísimo más grave”: comunistas revolucionarios. Claro que ahora se manejan otros términos como “terroristas”, “incitadores”, “zánganos” o “subversivos”. ¿Tenemos números exactos de cuántas vidas se han perdido por estas circunstancias u otras similares que involucran intentos de “silenciar”? No, los Estados siempre manejan sus cifras oficiales. Sin embargo los pueblos tienen sus propios registros y las organizaciones de derechos humanos hacen su máximo esfuerzo por recuperar una memoria, que para muchos, ya debe ser parte de una lejana reflexión.
En Ecuador: un recorrido que debe conocerse
Víctimas de violaciones a los Derechos Humanos en Ecuador entre 1984 y 2008. (Foto: Valeria Ocaña Vizcaíno).
El 7 de marzo de 2024 se cumplió una de las medidas de reparación simbólica para víctimas, y familiares, de abusos y violaciones a los derechos humanos cometidos por el Estado: la apertura física del Museo de la Memoria. Este museo está ubicado al interior del Ministerio de Cultura y Patrimonio, solo que prácticamente parece que “le hicieron espacio” en un piso más abajo de la entrada principal. En parte, recuerda al ambiente que vivió alguien estando encerrado.
El recorrido guiado dura aproximadamente 2 horas. La información y casos presentados se cimentaron a partir del informe final de la Comisión de la Verdad (creada en 2007 por medio del Decreto Ejecutivo 305, es la número 33 a nivel mundial), titulado “Sin verdad no hay justicia”. Según este documento, se detectaron 118 casos graves de violaciones a los derechos humanos y, como afirma el propio Ministerio de Cultura: “El reporte identificó a 269 víctimas de privación ilegal de la libertad, 365 de torturas, 86 de violencia sexual, 17 de desapariciones forzadas, 68 de ejecución extrajudicial y 26 de atentado contra la vida”.
Durante la exposición, se presenta información fundamental como la Declaración Universal de los Derechos Humanos y sus contenidos, mostrados de forma interactiva para que el público los recuerde. Me sorprendió altamente descubrir que tenemos derecho al descanso, considero que muy pocas veces lo cumplimos por nuestra cuenta y hasta permitimos que otros lo irrespeten.
Por supuesto, se habla también de las dictaduras en toda Latinoamérica y del Plan Cóndor que tanto daño y control ejercía desde el exterior en países como Argentina, Chile, Bolivia, Paraguay, Uruguay así como en otros territorios que generalmente quedan fuera de las lecciones de las instituciones educativas: Ecuador, Colombia y Perú. Nos educan sobre los distintos tipos de violencia, para poder identificarlos, y mencionan las actividades que se ejercían contra los ciudadanos que se alzaban contra políticas que restringían la libertad de expresión, de asociación y el derecho a vivir dignamente.
Hay testimonios de quienes vivían cerca del antiguo SIC-10, un lugar reconocido por ser un centro de tortura. Lorena Piedra, en su artículo “Enemigos internos e institucionalidad de inteligencia fuerte: León Febres Cordero y Rafael Correa Delgado”, publicado en la Revista URVIO, agrega: “El Servicio de Investigación Criminal (SIC) existía como parte de la Guardia Civil Nacional desde 1946. Fue asumido por la Policía Nacional Civil el 8 de junio de 1961”. Esencialmente, era ahí donde varios entraban de madrugada, pero pocos salían a reencontrarse con sus familias. La paranoia era tan grande, la policía estaba entrenada para deshumanizarse, y los registros de quienes ingresaban al sitio no eran completamente fiables. Por supuesto que se escuchaban gritos, como resultado de los intentos por obtener verdades ligadas a la organización “Alfaro Vive ¡Carajo!”.
Se puede recordar algunos sucesos importantes vividos durante el periodo presidencial de León Febres Cordero, caracterizado por ser uno de los más oscuros respecto a represiones, a través de un collage de recortes de los medios de la época. Incluso él es recordado por tener una relación compleja con los periodistas y la prensa en general.
Unas claves que faltaron
Actividad interactiva para conocer nuestros derechos. (Foto: Valeria Ocaña Vizcaíno).
Institucionalmente, se habla de que el Museo de la Memoria estimula la reflexión, es participativo y promueve un debate a favor de los derechos humanos por medio de la visibilización y la generación de procesos educativos. No obstante, sería más imperativo pensar en cómo elaborar un pénsum que exponga estas etapas de la historia de una forma cercana, respetuosa e interactiva. Recuerdo que los libros proporcionados por los gobiernos, en esta materia y cuando yo era estudiante de secundaria, se limitaban a datos, personajes, lugares y casos muy sonados, como el de los hermanos Santiago y Andrés Restrepo. Probablemente, todo esto se sintetizaba en 1 o 2 páginas cuando se resumía la historia republicana más actual. ¿Eso sensibiliza o solo se memoriza para aprobar exámenes?
Por otro lado, el 19 de mayo de 2017, el ministro de Cultura y Patrimonio, Andrés Aráuz, y Pedro Solines, ministro del Interior, firmaron el Convenio Marco Interinstitucional para el uso del espacio de la UVC Manuela Sáenz, antes conocido como Regimiento Quito N°2, con el propósito de la implementación de este museo. Sin embargo, esto no se llevó a cabo y es algo digno de criticar ya que el lugar tenía un significado especial al haber sido previamente el SIC-10. Además, desde Inredh (Fundación Regional de Asesoría en Derechos Humanos), se afirma que las víctimas no participaron de estos procesos. Destacan que muchos requerimientos del dictamen judicial fueron olvidados. ¿Estamos hablando de las víctimas sin su propia intervención? No, nos muestran un video sacado de YouTube donde ya hablaron y nos muestran las celdas del propio SIC-10: ¿Para qué más, verdad?
Por si fuera poco, resuena en mi mente unas breves líneas de nuestra guía en este recorrido: no debemos ver a los policías y militares como los culpables, fueron entrenados para dejar su lado más humano y proceder por órdenes superiores. Podríamos hablar de un pasado, pero en movilizaciones recientes veíamos a estos integrantes de las fuerzas públicas lanzar bombas lacrimógenas al interior de albergues declarados como zonas de paz. Vemos a mujeres asesinadas y violadas por policías y militares, dentro de los cuarteles, una de las historias más recientes es la de Aidita Pamela Ati, subteniente de las Fuerzas Armadas del Ecuador. Seguimos viviendo épocas en que los políticos de turno se burlan de la ciudadanía, se burlan de dirigir agresiones y reprimir las marchas de descontento popular. ¿Habrá más memoria que entre al museo o se manipulará a conveniencia de sus gobernantes?
No olvidemos los nombres y rostros de las víctimas, son huellas en nuestra historia. (Foto: Valeria Ocaña Vizcaíno).