En el corazón del Callao, el testimonio vivo de las etapas más complejas de la historia peruana —la Fortaleza del Real Felipe— emerge como un símbolo de resistencia y memoria. Hoy, este espacio busca su reconocimiento como Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Contexto histórico
La construcción de la Fortaleza del Real Felipe se inició en 1747, en respuesta a una necesidad urgente: defender el puerto del Callao de los constantes ataques de piratas, corsarios y enemigos extranjeros. Durante los siglos XVII y XVIII. Su riqueza lo convertía en un blanco codiciado.
El virrey José Antonio Manso de Velasco impulsó la construcción de esta fortificación tras el devastador terremoto de 1746, que dejó en ruinas las defensas anteriores, causó cuantiosas pérdidas en la capital, pero fue en el Callao donde la ruina fue total: solo quedaron unos cuantos restos de la muralla y las bases de algunos edificios. La Plaza Real fue concebida como el corazón organizativo y logístico de la fortaleza: desde allí se coordinaban las operaciones militares y se aseguraba la defensa del territorio. Su diseño simétrico y funcional refleja los ideales de la ingeniería militar de la época.
Importancia cultural
Hoy, la Plaza Real y el conjunto del Real Felipe representan mucho más que un recuerdo bélico. Son fragmentos esenciales de la identidad peruana. La conservación de estos espacios permite mantener viva la memoria colectiva de una época en la que el Perú empezaba a definir su carácter frente a amenazas externas. Está ubicada en la Plaza Independencia, ocupa una superficie en forma de pentágono de 70 000 m² y cuenta con un perímetro de 1 586 m. En este espacio, además, se integran torreones, plazas, celdas y salas de exposición. Cabe destacar que la fortaleza fue testigo de grandes combates contra las fuerzas invasoras, lo que añade una capa adicional a su significado histórico.
Actualmente, la Fortaleza del Real Felipe, junto con su Plaza Real, funciona como museo histórico y sitio turístico. Gestionada por el Ejército del Perú, la fortaleza abre sus puertas a miles de visitantes cada año, ofreciendo recorridos que permiten descubrir sus pasajes secretos, sus bastiones y su imponente arquitectura.
Más que un atractivo turístico, el Real Felipe es un espacio de educación histórica, donde las nuevas generaciones conocen una parte crucial de la historia nacional. La interacción directa con el patrimonio convierte la experiencia de la visita en una lección viva de peruanidad y resistencia.
Preservar la Plaza Real es también conservar la historia de quienes, desde los muros de la fortaleza, defendieron la soberanía y contribuyeron a la construcción de la nación. Su valor simbólico se une a su valor arquitectónico y urbanístico, formando parte de una herencia que no puede ser olvidada.
La protección, restauración y puesta en valor de sitios como la Plaza Real del Real Felipe forman parte de las estrategias de política cultural que buscan preservar el patrimonio material del país. Reconocer la importancia de este tipo de monumentos es entender que el patrimonio cultural no es solo un legado del pasado, sino una herramienta para construir identidad, cohesión social y desarrollo.
Una fortaleza peruana en camino a la UNESCO

La inscripción de la Fortaleza del Real Felipe en la Lista Indicativa del Patrimonio Mundial en enero de 2023 refleja este compromiso por la preservación. De lograr su declaración como Patrimonio Mundial, se fortalecería su conservación y se impulsaría el turismo cultural en el Callao. La Fortaleza no solo preserva un fragmento esencial de nuestra historia, sino que proyecta hacia el futuro nuestra identidad y memoria colectiva. La Fortaleza del Real Felipe representa un importante eje educativo de proyección cultural y es un testimonio permanente de nuestra historia y revaloración de la identidad.
En un mundo donde el olvido y la modernización acelerada amenazan con borrar los rastros de la historia, iniciativas como esta nos recuerdan que preservar nuestro pasado es también construir nuestro futuro.