Con la llegada del XIX en el Perú, la conformación de un sistema republicano no significó un cambio en las mentalidades del país. Se percibe una continuidad en base a una visión conservadora que excluye a todo aquel considerado subalterno. En ese sentido, se mantiene la privación a los espacios sociales para las mujeres, por lo que, ingresar a la universidad para fomentar su pensamiento científico es cuestionado por la sociedad. En la segunda mitad del siglo XIX, tras la llegada de la intelectual argentina Juana Manuela Gorriti y la escritora española Emilia Serrano, aunado al periodo de Prosperidad Falaz peruano, se conforman espacios de reflexión cuya participación se gestó alrededor de las mujeres. Entre las intelectuales cusqueñas que buscaban oponerse a la marginalización se encuentra María Trinidad Enríquez Ladrón de Guevara.
Su figura es reconocida por su labor entorno a las pedagogías (ejerce de instructora en el colegio Educandas fundado por Simón Bolívar), así como también ser considerada la primera mujer en desempeñar la carrera de Jurisprudencia en la UNSAAC (esto cuando ejercía el rectorado Manuel Antonio Zárate y durante el gobierno del civilista Manuel Pardo). De acuerdo con Flores Heredia (2022) es en 1874 que Trinidad Enríquez busca matricularse e iniciar sus estudios en Jurisprudencia, pero el rector Antonio Zarate emite una resolución rectoral el 28 de febrero de 1874 para privarla de dicho acceso. Esto cambia tras el reclamo y la emisión de una resolución suprema fechada el 3 de octubre de 1874, y publicada en El Peruano, en donde se acepta que Trinidad estudie al año siguiente.

Se sabe que Trinidad Enríquez redactó un diario titulado La voz del Cusco (otras versiones aluden a que se trata de La voz del pueblo), más que hasta el momento es inhallable. A ello se suma su participación en El semanario del Pacífico (1877 – 1878) cuya directora fue la baronesa de Wilson, Emilia Serrano, cuando radicaba en Lima. Por lo que sus primeros escritos se encuentran en el primer diario dirigido por una mujer en el Cusco: El recreo. Este inicia sus actividades de 1875 – 1876 y son los seis primeros números en donde Trinidad escribe. Su trabajo inicia en la sección “Decepción” en la que, por medio de una prosa poética, alude al desencanto de las amistades y como estos pactos sociales no son como en el pasado en donde se pregonaba la confianza y la sinceridad.
La directora de El recreo, Clorinda Mato, le asigna la sección “Mosaicos” (desde el número 2° hasta el número 6°). El título de la sección revela el tipo de orientación que debían tener los escritos. Cuando se alude a un mosaico se concibe una pieza de arte decorativa hecha con pequeños fragmentos (teselas) que se fijan a una superficie. Por lo cual, el espacio redaccional debe estar compuesto por múltiples escenas de la realidad local, pero que no llegan a ser trascendentales, aunque sí son parte de toda una esfera mayor, puesto que -a la distancia- conforman un contenido estructurado propio de las eventualidades cusqueñas. Esto implica que quien redacte debe disponer de muchas escenas para idear un conjunto textual mayor, lo que significa que lo expresado no debería tener mucha relevancia ni ser provocador.

No obstante, Trinidad no realiza “mosaicos” que resulten triviales. Para ella el espacio es un medio que permitirá enunciar diversas temáticas y que ello dar cuenta de acontecimientos dignos de ser contados. En el número 6° del diario El recreo, Enríquez (1876) menciona que dispone de una misión y es la de ser una escritora pública. Esto significa que sus lectores tienen expectativas sobre sus textos y que esperan que lo descrito sea verosímil con la realidad. Así, el rol como cronista de los quehaceres inmediatos no se sujetará según una mirada estética que valore solo aquello que coincida con lo políticamente correcto. Por el contrario, Trinidad Enríquez explora diversas situaciones que se manifiestan en la época.
En el número 02 de El recreo se esboza un tono irónico en el que la narradora enuncia que “no hay nada que decir” y que es posible hablar sobre “lo que a nadie aqueja”. En ese sentido se menciona que si los temas locales no son importantes entonces se puede enunciar sobre las
baldosas movedisas[sic] i [sic] gastadas que molestan el tránsito; la falta de aseo en las calles, sin dejar de notar su completa oscuridad, á[sic] no ser las noches, en que esa viajera de los cielos nos envía su melancólica luz. (Enríquez, 1876, p. 16)
Esto es una crítica a la condición caótica en la que se encuentra la ciudad del Cusco de finales de siglo. Cuando se menciona tránsito no hace referencia a vehículos motorizados (puesto que el primer automóvil llega al Cusco en 1915), sino al paseo peatonal por las veredas y que, por ser vía pública, es competencia de las autoridades locales cambiar esa situación. Al mismo tiempo, se menciona la falta de un cuidado en las calles lo que revela un desinterés por la ornamentación de los espacios públicos. Se describe el aspecto del alumbrado público que, a comparación de Lima que venía recibiendo alumbrado a gas desde 1855, el Cusco se encuentra aletargado.
En el mismo número de la revista se habla sobre una escritora cordobesa llamada María Eugenia Echenique (cuyo epíteto fue sor Teresa de Jesús). En este punto, Trinidad reconozco como es que en Argentina se viene desarrollando un movimiento de inclusión de la mujer en los discursos públicos. Esta intelectual cordobesa versa sobre la subversión de los roles de género para su momento. Pese a que su labor como voz redentora de la mujer se realiza en espacios abiertos no es censurada por sus congéneres ni por la política institucional. Ella es, por el contrario, ovacionada por su entorno y reconocida para participar en a la redacción de diversos artículos en otros periódicos. Así, Enríquez (1876) se expresa sobre ella
Evito comentario en un acontecimiento tan notable para nuestro sexo, porque esto lo dejo a la consideración de cada una de nosotras; que, sin duda, con entuciasmo[sic] verá que la regenaracion[sic] de la mujer no es yá[sic] una utopía. (p. 24)
Para Trinidad Enríquez, el proceso de inserción en la esfera pública es un momento importante para el reconocimiento de la mujer como agente de cambio. Se enorgullece sobre el proceder de Echenique al entender que, por inercia, el acontecimiento en el que la mujer podrá ser partícipe de las decisiones sociales no está alejado. Esto también empata con el hecho de que ella se encontraba luchando con la rectoría de la UNSAAC para ser considerada una estudiante del plantel (1875). El hecho de que exista tanto avance en el cambio de perspectivas para los argentinos la llena de esperanza al saber que dicho suceso se puede replicar en el Cusco.
Así, Trinidad atraviesa por diversos acontecimientos tediosos para su persona, pero también tiene la posibilidad de encontrar espacios de redacción en lo que puede criticar, acremente, sobre la situación del Cusco y las promesas de cambio latinoamericano para las mujeres. Es de decir que, en los años siguientes, otro tipo de sucesos regirán su vida: la fundación de La Sociedad de Artesanos del Cusco (1876), su retiro de El recreo y su acercamiento con Emilia Serrano (1877), su lucha por la continuidad de sus estudios en la UNSAAC (1878) y, el tema que es poco estudiado, su participación (desde Cusco) en la Guerra del Pacífico (1879). Aspectos que podremos revisitar en un próximo artículo.
Bibliografía
Enríquez, M. (1876). El mosaico. El recreo, (2), 16.
Enríquez, M. (1876). El mosaico. El recreo, (6), 48.
Flores, G. (2022). María Josefa Trinidad Enríquez Ladrón de Guevara (1846-1891): la construcción intelectual de la primera abogada peruana. Ius Inkarri, 11(12), 253–273. https://doi.org/10.59885/iusinkarri.2022.v11n12.13
Glave, L. (2021). Dama de sociedad. Trinidad María Enríquez (1846-1891). Ilustre Colegio de Abogados del Cusco.
Gutiérrez, T. (2025). Ilustres cusqueñas (Épocas: Incaica, Conquista, Emancipación y Republica). Autoedición.
Landrus, V. (2011). Mujeres al mando de la imprenta: la educación científica de la mujer en la prensa femenina argentina del siglo XIX. Revista Iberoamericana, 77 (237), 717-730. https://doi.org/10.3828/reviberoamer.2011.77236237717