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«Mujeres de ojos grandes»: la voz suave que desobedece

Las mujeres de ojos grandes no son heroínas, ni mártires. No son musas, ni santas. Son mujeres que vivieron como pudieron, como quisieron, como les nació. Algunas rieron fuerte, lloraron en secreto, huyeron, pero todas fueron libres. Ángeles Mastretta decidió narrarlas no para idealizarlas, sino para que no desaparezcan.

Mujeres que no bajaron la mirada

En «Mujeres de ojos grandes», Mastretta hace algo más que contar historias. Hace memoria. Este libro fue publicado en 1990. A pesar de que ya han pasado 35 años, sus relatos cortos siguen resonando con una vigencia inquietante. Lo que Mastretta hace con estas páginas no es solo un homenaje al pasado, sino un recordatorio del presente. Aún hay muchas mujeres que viven como las del libro: entre el deseo, lo que se espera de ellas y lo que realmente son. En estos treinta y siete cuentos, donde a todas se les menciona como tías, están las que aman con rabia, la madre que decide parir sola, una mujer que desafía la enfermedad, el abandono, una hija que decide buscar su propio camino y muchas más. En todas esas emociones, reside su fuerza.

Portada del libro «Mujeres de ojos grandes»(Foto: Crisol)

Es imposible no identificarse con alguna de ellas. Desde las mujeres que están inconformes con algún aspecto de su vida hasta las que se enamoraron profundamente. Al punto de sentir que se morían.

«La tía Daniela se enamoró como se enamoran siempre las mujeres inteligentes: como una idiota».

[…]

«Hipnotizada por un dolor sin nombre, ni destino, se volvió la más tonta de las tontas. Perderlo fue una pena larga como el insomnio, una vejez de siglos, el infierno».

Estas mujeres no se reducen al sufrimiento, ni al sacrificio. En estas páginas, lo femenino es también libertad, desobediencia y sensualidad. Mastretta les devuelve a estas mujeres la dignidad de lo contradictorio: no están escritas para ser perfectas, están escritas para demostrar que son reales.

Hoy, que tantas mujeres siguen siendo narradas desde afuera, este libro nos recuerda que escribir de nosotras, de lo que vemos, de lo que sentimos también es un acto radical. Que la literatura también sirve para abrazar, para recordar y reforzar. Cuando se redactan historias sobre las mujeres que amamos (madres, tías, abuelas, amigas, incluso nosotras mismas) estamos haciendo algo más que escribir.

Todas miraron el mundo de una manera distinta, sin bajar la vista. Y tal vez eso son, al final, las mujeres de ojos grandes: mujeres que no dejaron de mirar y que ahora, por fin, alguien las mira de regreso.

La narradora de mujeres que no se dejan callar

Ángeles Mastretta nació 9 de octubre de 1949 en Puebla, México. Es una escritora, periodista y guionista mexicana, reconocida por dar voz a mujeres intensas, libres y entrañables en la literatura latinoamericana contemporánea. Estudió Comunicación en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y comenzó su carrera como periodista en medios como Excélsior y El País.

Su primera novela, «Arráncame la vida » (1985), la consolidó como una narradora de personajes femeninos complejos y desafiantes. En 1990 publicó «Mujeres de ojos grandes», un libro de relatos breves. En 1996, publicó «Mal de amores». Fue la primera mujer en ser galardonada con el Premio Rómulo Gallegos en 1997.

La literatura de Mastretta se caracteriza por el uso de un lenguaje claro, afectivo y profundo, que mezcla lo político con lo íntimo. A lo largo de su carrera ha defendido la libertad femenina, la sensualidad, la memoria y la desobediencia como parte de la identidad de sus personajes.

Ángeles Mastretta (Foto: Planeta de libros)

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