Donde la madera habla: las tablas de Sarhua y su tradición viva

En lo alto de los Andes peruanos, una tabla de madera sirve de viga para una vivienda recién construida. No se trata de un simple elemento estructural: es una tabla de Sarhua, manifestación artística profundamente arraigada en la tradición andina. Originarias del distrito de Sarhua, en el departamento de Ayacucho, estas piezas pintadas a mano conjugan arte, memoria y simbolismo en un solo soporte. Cada una narra escenas de la vida familiar y comunal, constituyéndose como testimonios visuales de una cultura viva. En el año 2018, fueron reconocidas como Patrimonio Cultural de la Nación por el Estado peruano, en mérito a su valor estético, social y simbólico.

Obra que entrelazan tradición y origen

Estas creaciones servían como regalo cuando una pareja construía su hogar, los padrinos o familiares obsequiaban una tabla pintada con pigmentos naturales extraídos del suelo donde representaban a cada miembro de la familia con sus oficios o tareas. Eran colgadas como vigas en el techo de la casa en representación de pertenencia. Este tipo de tablas son conocidas como las “tablas de vida”. Adicional a ello, encontramos las que reflejaban eventos de la comunidad, tal es el caso de algunas festividades. Las prácticas curativas y medicas tambien se veían plasmadas bajo la misma tecnica, las extracciones de diente, limpieza con el cuy o parto vertical eran las más comunes. Algunas de ellas evocaban cuentos andinos como el del condor y las sirenas. 

Un camino de transformación y resistencia

Como se conoce, su origen parte de una función ceremonial y comunitaria que conectaba la representación genealógica con el compadrazgo. A partir de las décadas de 1970 y 1980, sus representantes buscaron renovar su enfoque incorporando tópicos ligados al contexto político-social como en las épocas de violencia interna en el Perú donde esta comunidad se vio cruelmente afectada. Debido a ello, pasó a un rol testimonial que se plasmaba como una nueva forma de documentación visual. 

Tras la llegada a la capital, los artistas comenzaron a modificar los tamaños de las tablas a unas menores, ya no para ser colocadas en los techos sino para ser expuestas en galerias, ferias o para ventas. Cambiaron las arcillas de tonos diversos por pinturas comerciales, principalmente témperas y acrílicos. Tras su reconocimiento, este arte ancestral comenzó a circular por diversas partes del mundo llegando a ganar una visibilidad internacional.

Artistas y colectivos

El arte sarhuino se ha mentenido durante el tiempo debido a sus grandes representantes, quienes han hecho posible la preservación de su identidad cultural. 

Primitivo Evanán

Desde joven se formó en la tradición pictórica de Sarhua y ha sido una figura clave en la difusión y preservación de este arte. Fue uno de los principales impulsores de la creación de la Asociación de Artistas Populares de Sarhua (ADAPS), formalmente fundada en 1980. Este colectivo reúne a artistas comprometidos con mantener viva la tradición pictórica sarhuina. Bajo su liderazgo, ADAPS ha colaborado con museos, universidades y organizaciones de derechos humanos, desarrollando proyectos de arte participativo y memoria visual.

Pompeyo Berrocal

Con notable destreza técnica, el artista elabora sus obras respetando la tradición visual que rescata la memoria colectiva del pueblo sarhuino. En sus tablas se plasman con delicadeza las fiestas, costumbres y escenas cotidianas de la vida andina, así como relatos orales y cuentos ancestrales que sobreviven en la voz de la comunidad. Su estilo se distingue por un trazo sutil y un minucioso cuidado en los detalles, logrando composiciones que combinan armonía, simbolismo y sensibilidad. A través de su arte, contribuye activamente a la preservación de una identidad cultural viva, dotando a cada obra de un valor tanto estético como documental.

Julián Ramos

Fundador del Taller Familia Ramos, su participación fue clave en las producciones de la ADAPS durante su etapa en Lima. Su labor continúa hoy con un firme compromiso por preservar las fiestas, costumbres y saberes de su comunidad. Ha decidido además innovar en el lenguaje técnico de las tablas, incorporando un tratamiento más elaborado de las sombras, lo que otorga a sus obras mayor profundidad visual y resalta su profesionalismo y calidad artística.

Gaudencia Yupari

Su vida está profundamente ligada al arte y la tradición sarhuina. Desarrolla su trabajo en tres expresiones clave: la pintura de tablas, la confección de polleras y la música andina. En cada una de ellas, destaca por su destreza, sensibilidad y compromiso con la preservación cultural. Su obra refleja una conexión viva con las raíces de su comunidad y un aporte valioso a la continuidad del arte popular.

Valeriana Evanán 

Su trabajo refleja el fruto del amor por la tradición y la evolución del arte en el legado cultural de las tablas de Sarhua. Ha dedicado su vida a la promoción de esta manifestación ancestral y a la gestión cultural, convirtiéndose en una figura clave para el colectivo y su proyección.

Venuca Evanán

Refleja la obra de una artista que abraza su tradición, la contempla con mirada crítica y la reinventa desde dentro. Su aporte es clave dentro de la corriente artística instalada en Lima, donde dialogan lo popular y lo contemporáneo. Venuca Evanán, heredera de un legado fundamental, asume el reto de dar un nuevo paso en el arte sarhuino, repensando los parámetros y estructuras en los que su tradición ha sido inscrita.

Violeta Quispe

Explora sus afectos y heridas, y desde ahí crea. En sus obras, animales andinos adoptan formas humanas, en un intento por dotarlos de dignidad y despertar conciencia sobre el maltrato animal en el interior del país. Reinterpreta símbolos ancestrales, como las equekas —tradicionales figuras de abundancia—, resignificándolas desde la feminidad. Temas como el racismo, la sororidad y la migración atraviesan su propuesta, invitándonos a repensar la experiencia de quienes, desde los márgenes, habitan una ciudad donde muchas veces todo nos resulta ajeno.

Milagros Ramos

Su obra proyecta una mirada hacia el futuro, marcada por el rigor en el diseño y un lenguaje visual propio que le ha valido múltiples reconocimientos. Milagros Ramos es una joven promesa del arte sarhuino, que, con constancia y sensibilidad, viene abriendo nuevos horizontes para su tradición, respaldada siempre por el apoyo y la herencia de sus padres.

Las tablas de Sarhua son más que simples representaciones artísticas; son testigos vivos de una tradición que ha resistido el paso del tiempo y los desafíos históricos. Este arte funcionan como un archivo visual de la cultura andina, preservando la memoria colectiva frente a un posible olvido histórico. Más allá de ser un reflejo de la vida cotidiana, se convierten en medios de resistencia cultural, abriendo espacio a relatos a menudo ignorados por las narrativas oficiales. 

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