La malarrabia: el sabor tradicional de Semana Santa en el norte del Perú

En el norte del Perú, la Semana Santa trasciende su significado religioso, sirve también como una oportunidad para reencontrarse con los sabores más tradicionales de la región. Uno de los platos emblemáticos de estas fechas es, sin duda, la malarrabia, preparación que mezcla lo dulce con lo salado que forma parte esencial del menú piurano del Viernes Santo.

Originaria de la región de Piura, la malarrabia es un plato criollo que ha pasado de generación en generación, convirtiéndose en símbolo de la identidad cultural local. Se prepara principalmente con plátano maduro sancochado y majado, acompañado de un guiso de queso fresco con cebolla, tomate y ajíes. Esta combinación se sirve junto a arroz blanco y, en ocasiones, menestra (frejoles o lentejas).

Más que comida, una tradición

Durante Semana Santa, especialmente el Viernes Santo cuando la costumbre católica invita a la abstinencia de carne, la malarrabia se convierte en protagonista. En los hogares piuranos, las cocinas se llenan de aromas dulces y picantes, mientras las familias se reúnen para compartir este plato que representa no solo una devoción religiosa, sino también el valor de la tradición.

Para algunos historiadores locales, su nombre proviene de una leyenda popular: se dice que una mujer, molesta por tener que cocinar durante la jornada religiosa, preparó este platillo con lo que tenía a mano y lo sirvió con rabia. De ahí el nombre: «malarrabia». Hoy, sin embargo, es motivo de alegría y orgullo regional.

Preservar lo nuestro

A pesar del paso del tiempo y la llegada de nuevas influencias gastronómicas, la malarrabia sigue vigente. Restaurantes típicos y ferias gastronómicas en Piura y alrededores la ofrecen cada año como una experiencia culinaria auténtica y espiritual.

“La malarrabia no es solo comida, es memoria. Es nuestra manera de vivir la fe y de rendir homenaje a nuestras raíces”, comenta doña Lidia Zapata, cocinera tradicional de Catacaos, mientras prepara el guiso con la receta heredada de su abuela.

En tiempos donde muchas costumbres tienden a diluirse, platos como estos se mantienen firmes como expresión viva de la identidad peruana. Una tradición que, más allá del sabor, alimenta el alma.

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