Son varias las instituciones educativas emblemáticas en el Cusco: desde el Glorioso Colegio Nacional de Ciencias hasta el Glorioso Colegio de Educandas (ambos fundados en 1825 por Simón Bolívar). En este último, ejerció la pedagogía Trinidad Enríquez Ladrón de Guevara y tuvo entre sus alumnas a dos destacadas figuras: Clorinda Matto y Julia Umeres. Esta última, interesada en las dinámicas pedagógicas de su institución, (a la edad de 22 años) retorna a las aulas convertida en profesora de Historia Universal (Galimberti, 1960). Para 1888, año de publicación de Azul de Rubén Darío, obtiene el título de Preceptora de Instrucción Primaria y, en 1899, es directora del Colegio Educandas (Centro Social de Ex Alumnas Mercedarias, 2025).

Esquema correlacional entre maestra – estudiante de figuras emblemáticas cuzqueñas
Foto: diagramación propia.
En un penoso incidente, Umeres debe abandonar el colegio que dirigía, por lo que, ante el apoyo de padres de familia, inicia la gestión para fundar un nuevo plantel. Este tendrá como denominación Las Mercedes. Así, “en marzo de 1910 comienza a funcionar el colegio Las Mercedes con 120 alumnas” (Frida Ibáñez Ayerve, 2024, 15m44s). Este espacio reciente obtiene un singular apoyo al dar cuenta de un rebosante número de jóvenes estudiantes que decidieron continuar su instrucción en un espacio ajeno a una organización de largo funcionamiento. Esto llama la atención, pues ¿Qué motiva a que todo un plantel y un buen conglomerado de padres de familia decidan abogar por un nuevo centro pedagógico?
Esto se responden con las renovadas propuestas de instrucción planteadas por Julia Umeres, pues ella “introdujo el estudio silencioso, (…) [e] impuso el uso de tinta, plumas y papel, por el del pizarrín y tiza, como elementos básicos en el proceso de enseñanza y aprendizaje” (Centro Social de Exalumnas Mercedarias, 2003, p. 8). Esto implica dos procesos de transformación en la educación del momento: la lectura silente y el trabajo de producción de textos. En la actualidad, está institucionalizado la idea de leer siempre en voz baja o mentalmente, no obstante, en el siglo pasado, producto de las normativas medievales continuadas en el periodo decimonónico, se consideraba que el docente debía leer en voz alta y, con ello, los educandos, al escuchar, ya habían recibido la información y, por tanto, había leído el texto expresado (Cavallo, 2002).
Esto se confirma, ya que, en 1901, entra en vigencia la Ley Orgánica de Instrucción en la que se debe entregar a las estudiantes un total de 22 cursos con sus respectivas 22 preceptoras. Así, se dictaba la clase en voz alta con la máxima de “clase escuchada es clase aprendida”. No obstante, el aumento de plan curricular y la complejidad de los temas, propios de mayor conocimiento que trae el siglo XX, hace poco plausible la retención de información con solo escuchar. Se sabe de un total de 7 cursos prácticos que impone la ley educativa (entre ciencia numérica y ciencia naturales), por lo cual, Umeres determina la necesidad de pasar a la escritura personal. Cada estudiante, ahora, colabora con su instrucción, puesto que deja constancia de lo que aprende en las hojas de papel que debe disponer.

Poster informativo que conmemora los 100 años de fallecimiento de Julia Umeres y Osma
Foto: redactado por Fida Ibañez y diseñado por José Chaparro
Paralelo a esto, Umeres observa la poca factibilidad que dispone la lectura en voz alta para las áreas de Letras. Busca transformar esta situación al brindar los libros a sus estudiantes y permitirles que lean de forma silenciosa. Este modelo es conocido como lectura silente y para lograrlo, se requiere de un nivel medio de concentración (enfoque mental y visual) y comprensión (aprehensión de la información), ya que se apoya en el sonido de las palabras para facilitar la interpretación del texto. Cognitivamente, se desarrolla una “capacidad [que] incluye la extracción de información, la realización de inferencias, la interpretación de ideas y la conexión de conceptos presentes en el texto” (Bejarano, 2024, p. 32).
Esta, es una forma de insertar al estudiante a los modelos modernos de instrucción, puesto que, la lectura silente es efectiva en contextos donde se requiere una rápida absorción de grandes cantidades de información. Mientras que, volitivamente, la práctica de la lectura silente ofrece un espacio de calma, introspección y reflexión de sí mismo y del libro. Como consecuencia, el lector puede desconectarse del mundo exterior y sumergirse en el tema del texto, lo que deviene en un efecto positivo para su bienestar emocional. Así, la práctica de Umeres en la lectura silente no es adrede, pues responde a un análisis del modelo pedagógico del momento. Esto permite entrever el valor de innovación educativo que desarrolló en su momento, lo que reafirma que sea una figura pionera en los cambios pedagógicos cusqueños de inicios del s. XX.
Bibliografía
- Bejarano, M. (2024). La lectura silenciosa sostenida, como estrategia para el desarrollo de la comprensión lectora en estudiantes del 2° de secundaria de la Institución Educativa San Antonio de Punchauca, 2023 [Tesis de licenciatura, Universidad Nacional de Educación Enrique Gúzman y Valle]. https://repositorio.une.edu.pe/handle/20.500.14039/11604
- Cavallo, G. (2002). Entre voz y silencio De la lectura antigua a la lectura medieval. Estudios clásicos, 121, 63 – 72.
- Centro Social de Exalumnas Mercedarias. (2003). La verdadera historia del colegio Las Mercedes. Autoedición.
- Centro Social de Ex Alumnas Mercedarias (2 de setiembre de 2025). ¿𝕐 ℚ𝕌𝕀𝔼́ℕ 𝔽𝕌𝔼 𝕁𝕌𝕃𝕀𝔸 𝕌𝕄𝔼ℝ𝔼𝕊 𝕐 𝕆𝕊𝕄𝔸? [Publicación de estado]. Facebook. https://www.facebook.com/share/p/16z9U4SK8b/
- Diaz, R. (1960). Julia Umeres y Osma. La voz mercedaria, (1), 172-174.
- Frida Ibáñez Ayerve. (10 de setiembre de 2024). 1° Conferencia de Identidad Mercedaria: Julia Umeres y Osma [Archivo de Vídeo]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=0NskSwc1W5M
- Galimberti, L. (1960). Historia del colegio de Las Mercedes. La voz mercedaria, (1), 53-98.