Universidades e industrialización: una alianza pendiente en el Perú

En esta entrevista, Luis Ángel Custodio Meneses—dueño de la empresa Sol Pacarán y estudiante de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos—expone una mirada crítica y propositiva sobre la industrialización en el Perú. A través de su experiencia, reflexiona sobre el rol estratégico que deberían asumir las universidades, en especial las públicas, para conectar la formación profesional con el desarrollo tecnológico e industrial del país. Una conversación sobre trabas burocráticas, innovación y el potencial de las asociaciones público-privadas.

Sr. Custodio, cuando se habla de industrialización todos estamos de acuerdo con su relevancia para el desarrollo del Perú, pero ¿qué tanto se ha avanzado en el objetivo de tener un país industrializado?

Lamentablemente no hemos avanzado mucho, y es que no sólo se trata de renovar infraestructura, pues el proceso de industrialización necesita principalmente de un cambio en el pensamiento. Esto involucra tanto al sector empresarial como al aparato estatal. El primero debería tener proyecciones más ambiciosas, por ejemplo, buscar que el valor añadido de su manufactura sea superior al de otras economías, los productos peruanos brindan las condiciones para eso. Por otro lado, el aparato estatal se convierte cada vez más en un férreo antagonista de las empresas que buscan competitividad. Absolutamente todos los países que hoy seguimos como modelo de industrialización han pasado por un proceso de desburocratización. Esto es fundamental, no podemos pretender alcanzar la industrialización con una lenta capacidad para generar empresas. No es posible que el número de trámites para instalar una empresa en Perú sea tan alto, mientras que en otros países sólo se requieren de pocos pasos.

El problema de la burocracia es un tema que ha estado presente desde hace varias décadas, su solución parece depender de una voluntad política que quizás tarde en llegar ¿deberíamos resignarnos a ver nuestra industrialización nuevamente aplazada?

De ninguna manera, muchas veces los empresarios, principalmente los jóvenes, hemos hecho nuestra la frase “o encuentro camino o me lo abro”. Desde que me tocó afrontar los primeros entrampamientos burocráticos, siempre me enfoqué en buscar soluciones innovadoras, una de las que más suelo recomendar y difundir son las asociaciones público-privadas (APP). Precisamente sobre el proceso de industrialización, es ampliamente conocido el rol fundamental que tuvo la educación en el desarrollo industrial de los países que hoy tomamos como modelo, pero no cualquier educación, sino una muy específica: la universitaria.

¿Qué podrían hacer las universidades para impulsar la industrialización?

Lo principal es que implementen alianzas estratégicas con el sector privado para promover las plantas industriales, es decir, que las universidades establezcan redes con empresas que estén dispuestas a instalar sus plantas en los campus. Este formato o propuesta debería interesar esencialmente a las universidades públicas, pues sabemos de las dificultades que afrontan en la asignación de recursos y ejecución presupuestaria. Es lamentable que haya universidades que no cuenten con tecnología y maquinarias dentro del campus, lo cual impide a los estudiantes experimentar situaciones reales de trabajo. Pero es aún más lamentable que ‘en el mejor de los casos’, las universidades cuenten con laboratorios y tecnología completamente desfasada. La implementación de las alianzas estratégicas entre universidades públicas y sector privado se nos presenta así como una solución eficiente para ambas partes.

Usted como empresario y, al mismo tiempo, estudiante de una universidad pública ¿cómo cree que impactaría ese tipo de alianzas en la formación de un profesional?

El primer impacto se relaciona con lo que mencioné al inicio: cambio de mentalidad. Cuando las tecnologías del sector privado brindan soporte formativo a los estudiantes, estos salen al mercado laboral con una mayor competencia de sus habilidades que ayudará a su vez, a solicitar un salario digno. Además, estar vinculados a la industria desde los inicios de su formación los acerca a fundar su propia empresa, pero aquí entra de nuevo el problema de la burocracia, las trabas que encontrarán los interesados en formar empresa pueden ser muy frustrantes; incluso ejecutar las alianzas público-privadas conlleva entrampamientos que desaceleran el entusiasmo por desarrollar la industrialización desde la universidad. Sin embargo, es ahí donde las soluciones innovadoras deben allanar el camino.

¿Qué tan factible sería integrar masivamente a las universidades en el proceso de industrialización del país?

Creo que la disposición del sector privado es muy amplia, pero es necesario romper con la obsesión por la tramitología, esto corta muchas redes y posibilidades de alianza. Es importante aclarar que no estoy en contra de los procesos administrativos, la formalidad es un rasgo clave para todo tipo de gestión, pero es evidente que la tramitología se ha convertido en un vicio adherido, principalmente, a la gestión pública. Confío en que las universidades públicas puedan aprovechar el amplio abanico de desarrollo que les brindan las asociaciones público-privadas. Por ejemplo, en las carreras de ingeniería es crucial la puesta en práctica de conocimientos durante toda la etapa de formación. Esto es posible únicamente con la implementación de tecnologías competentes, las cuales fortalecen nuestro conocimiento teórico-práctico. Y si lo que impide esta implementación son problemas de asignación de recursos o ejecución presupuestaria, hay que superarlos a través de estos tipos de alianzas. Además, esta modalidad ya es aprovechada desde hace varios años por las universidades de primer mundo como la Universidad de Tsukuba. En el caso de Perú podríamos explorar las APP autosostenibles o cofinanciadas, sería un gran impulso para lograr la internacionalización de nuestras universidades.

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